domingo, 17 de febrero de 2013

16 de febrero. Hace diez años se asesinó a un ángel. Agnes, la bella durmiente del bosque. Folios de la Utopía.

-
De: <dsanchezlihon@aol.com>
Fecha: 15 de febrero de 2013 13:37
Asunto: 16 de febrero. Hace diez años se asesinó a un ángel. Agnes, la
bella durmiente del bosque. Folios de la Utopía.
Para:
*****

IN MEMORIAM

HACE
DIEZ AÑOS
SE ASESINÓ
A UN ÁNGEL


FOLIOS
DE LA
UTOPÍA


AGNES,
LA BELLA
DURMIENTE
DEL BOSQUE

Danilo Sánchez Lihón

1. Agnes
de Dios

– ¿Y qué significa Agnes? –le pregunté cuando ella estaba sentada al
lado derecho en la mesa del comedor, juntos todos en familia.
– Según mis papás Agnes es "Cordero de Dios". –Dijo. Y aún está nítida
en mis oídos su voz, dulce y quebrada; y su mirada honda sobre la
superficie de este mundo.
La conocí porque era amiga de mi hijo, con quien estudiaba Literatura
en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Aún están vivos en mis nervios los gestos de dolor que él daba ante el
teléfono cuando desde la casa habló con la madre de Agnes y corroboró
que era cierta la información que había traído de la Universidad.
De allí llegó agitado y estremecido por la noticia de que ella había
sido asesinada en Rusia adonde viajó a estudiar coreografía de danza
clásica en la Universidad de Moscú.

2. Ver y sentir
el día

Agnes Santisteban era un ser leve, hecho de viento y alas; todo
evanescencia y sensibilidad, quien la primera vez que nos visitó al
salir de casa se echó agua a la cara, perlándose de gotas todo su
rostro de azucenas, rosas y alabastro. Le pregunté si necesitaba una
toalla y, tímida pero sonriente, se disculpó diciendo:
– ¡Me gusta sentir la cara salpicada de agua!
Era austera y frugal; se alimentaba principalmente de tomates,
haciendo que ellos adquirieran un significado especial en nuestra
casa, tanto que Emilio también adoptó la costumbre de comerlos como
frutas.
¡Y todo porque ella los portaba en su bolso! Antes que, creo yo, por
alguna consideración alimenticia más bien por una manera original de
ver y sentir el día, como puede ofrecerla el tomate: ¡visión fresca,
translúcida y radiante!

3. Adoraba
las flores

Amaba los caminos y los viajes. Era un ave migratoria, que esperaba
terminar algo en un sitio para volar a un país –o a un continente
lejano– a estudiar siempre algo inesperado.
Para lo cual sabía varios idiomas que pronunciaba con su voz candorosa
y desgarrada, detrás de su faz que era una página arrancada de un
álbum de El Bosco.
Adoraba las flores, tan es así que su correo electrónico era petalia
2@hotmail.com y, sobre todo, tenía un don para escanciar lo bueno que
había en alguien, a fin de que esa pizca fuera lo único que importara.
Por eso, cuando supimos detalles de su muerte consolé a mis hijas –que
la querían mucho– explicándoles que lo puro y angélico –¡y hay que
cuidarse!, les digo– exacerba a lo perverso, abyecto y demoníaco, que
busca aniquilar y hacer pedazos a aquello que lo conmina y avergüenza.

4. Con sus alas
abatidas

Porque se supo que antes de morir fue sometido a un rito satánico de
sodomía, de allí que encontraran pedazos de carne de su victimario
prendido a sus uñas.
Ser etéreo, nacido para el arte, la poesía, y la belleza; excelso y
acrisolado, era Agnes. ¡Qué sabrán de ello los perros de presa!
¡Qué han de entender de espíritu los caníbales!, sean individuos –como
aquél que la asaltara y le diera muerte con saña y alevosía– o los
canallas encubiertos detrás de los aparatos policiales.
¡Pobre niña!, un ángel atrapado por una máquina de tortura –impía,
cruel y despiadada– del mal enseñoreado sobre la faz de la tierra.
Porque hay mucha distancia entre lo que puede ser un ángel, ¡solo y
con sus alas abatidas!, y lo que pueden ser individuos u
organizaciones en donde se ha entronizado la infamia.

5. Sin aminorar
el dolor

Siento aún su martirio, a diez años de su muerte, como lo puede sentir
un padre o un ciudadano cualquiera, por una hija que hubiera estado
sola en un lugar distante, ¡y a todas luces desalmado!
Y allí recibiera la muerte más cruel y fiera. Y luego la ignominia
cobarde de la policía de ese país, el oprobio de la lanza de Longinos
en el costado del Cristo crucificado.
Ante eso, ¿qué cabe? Sólo nos queda la vida de Jesús, abofeteado por
los alguaciles y la servidumbre de Caifás.
Luego escupido, coronado de espinas, vendados los ojos, golpeado en la
cabeza con un palo, desnudado y sorteadas sus vestiduras por los
soldados.
¡Hechos que podrán resignarnos, sin aminorar el dolor, indicándonos
que el mundo sigue siendo "el mundo"!

6. Llorar
inconsolable

Envestirse de los dones del espíritu –que eran las virtudes de Agnes–
son peligros mortales en esta vida. Y eso ¿hasta cuándo?
Como en su caso: creer en la nobleza del hombre, creer en que los
caminos son libres, creer que el viento puede soplar sin herirse con
espinas o cuchillos.
Creer que éste es un mundo en donde los lobos están cercados y no
deambulan libres por las calles; y. ¡es lamentable decirlo!, el no
reconocer que los que debieran defendernos no son otros que aves de
rapiña y perros de presa.
Y ella, a quien le gustaban los cuentos de hadas, después de haberla
sentido llorar inconsolable y afligida, sin querer dejar ni abandonar
esta orilla que adoraba, tratará de encontrar lo bueno de esta
pesadilla, y contarnos de otro modo el cuento que tanto le gustaba,
¡La Bella Durmiente del Bosque!

7. Aúllan
los chacales

En este relato yo encuentro una imagen que quizá sea el refugio en
donde Agnes viva para siempre, cual es que al dar vueltas y vueltas la
rueca, o el huso, que trenza el hilo del destino, y al incrustársele
la punta de la aguja en el dedo, dormirá ella cien años, cuando ya son
diez, hasta que el don del amor y la belleza la despierten y resucite
a ella. Y a todos quienes como ella han muerto como flores arrancadas
para luego ser pisoteadas.
Quizás, Agnes tenía una premonición de lo que le acontecería en ese
trance de la vida hacia la muerte, cuando eligió como su emblema el
cuento de La bella Durmiente del Bosque; porque cien años son pocos
–¿o son muchos?– para la inocencia y la belleza a la cual podrán
acuchillar y hacer escarnio los inicuos, pero no la podrán hacer
desaparecer ni destruir jamás.
Que su aroma y su tímida sonrisa perfumen y alumbren por siempre lo
desolado de nuestras pobres vidas sobre la faz de la tierra, donde el
bien se entumece y aúllan impunes las hienas y chacales.


Texto que puede ser reproducido
citando autor y fuente

Teléfonos: 420-3343 y 420-3860

dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha conmovido profundamente éste escrito. También conocí a Agnes en la Facultad de Letras de San Marcos. Hablábamos a veces en las bancas del patio de la facultad o en algún jardín; ella, como bien se dice aquí, siempre leve, siempre fresca, delicada y dulce. Un angel entre nosotros. Estoy triste una vez mas.