Zorrilla como ejemplo
Sabado, 04 de enero de 2014 | 4:30 am
Al Perú de hoy no le faltan buenos narradores. Ya no están en franca desventaja frente a los poetas. Si se mira hacia atrás podrá verse que nunca los hemos tenido, simultáneamente, en mayor número y con tan, relativamente, considerable calidad. Sin embargo parece que no nos resulta fácil admitirlo y solo se reconoce, aparte del parvo puñado de autores con prestigio local, a quienes alcanzan éxito fuera del país.
Cualquier tipo de éxito, aun la insólita e imprecisa ‘celebridad anticipada’ que le ha valido tanto espacio mediático a Jeremías Gamboa; un espacio que habitualmente entre nosotros los medios mezquinan a nuestros escritores y a sus libros, hecho que afecta su circulación. En circunstancias favorables un narrador como Zein Zorrilla, por ejemplo, podría multiplicar el número de sus lectores. Por dos razones básicas: por lo que cuenta y por la manera cómo lo cuenta.
El universo central de Zorrilla es esa parte del mundo andino en arduo proceso de modernización y superación dentro de un entorno adverso. De allí proceden la mayoría de sus personajes y de sus historias. El modo de darles vida procede de múltiples fuentes de la gran narrativa universal en que abreva Zorrilla, ingeniero en ejercicio que se da tiempo para estar al día con la literatura.
Se menciona aquí como ejemplo porque el último libro que ha publicado –El taller del traspatio y otros cuentos (Esteban Quiroz Editor, Lima, 2013)– se mantiene, desde el pasado agosto en que apareció, rodeado de un silencio que no merece.
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