El primer acercamiento que tuve a
tu poesía fue a través del Tomo II de la Antología de Poesía Peruana realizada
por Alberto Escobar, sin embargo no fue ese el momento concreto en el que me identifiqué con su contenido,
sino más bien después. Aún en esos versos no se afinaba el estilo que te
conozco y celebro, sino más bien utilizabas otros recursos, como una fina voz
lírica, rítmica y poderosa en imágenes, un lenguaje metafórico y sobriamente
enjoyado de clara influencia española, no muy distante de estilos que
utilizaban otros poetas de aquella época como César Calvo. Sin embargo había
algunas peculiaridades que asomaban como el célebre verso dedicado a Jorge
Teillier: “Cuando bebíamos las cervezas
eran azules”, (que también lo vi en un artículo en el diario El Peruano
hace años con una foto tuya en un jardín frente a varias cervezas no
identificadas y la portada de una Antología tuya que parafraseaba a ese verso)
o aquel verso “el verano es siempre cruel
para los barcos”, que indicaban que podía haber “algo más” detrás de esa
poesía “clásica” de formas y estructuras.
Te estoy repasando anécdotas que
acontecieron hace más de quince años, y las lecturas que pude haber tenido no
deben haber sido serias hasta ese momento, sin embargo esa foto tuya en aquel
artículo del Peruano, con las cervezas y el bosque, creo que fueron el pretexto
perfecto para buscar tu trabajo con mayor interés.
Es, sin duda, con “Los rostros
ebrios de la noche” que la poesía se hace atronadora, incendiaria. Poemas como
“Martín Adán en el asilo” o “Grafitis a Bob Marley” son emblemáticos y de
colección. Entre tus primeros textos (que no conozco demasiado, salvo El Osario
y lo que brindan las antologías) y lo que viene desde “los rostros” hay una tremenda
diferencia de espíritu, de lenguaje que son avasallantes. Creo que es un
poemario que no pinta bien para el “sistema literario” por estas dos
características: lenguaje y espíritu. El lenguaje es deliberadamente ramplón,
pero cuidadosamente elaborado en las formas. Y el espíritu es anarquista,
comunista, humanista, bizarro, inconforme, escéptico, es como una patada en el
culo de los poetas de aquellos días, es como que antes de escribirlo te
hubieras quedado sin palabras o como que éstas no te hubieran ofrecido más
destino que la monotonía y el desencanto. Es decir, que en lugar de jugar
ingenua y arbitrariamente con las palabras encuentras una manera de darles un
sentido y una dirección, un alma, una ideología literaria, política, auténtica
que plasmas con irreverencia, humor negro, ironía, sinceridad y eficacia. Por
aquella época fue que leí en algún lugar eso de que “el muerto mea” y me
pareció genial. O sea, mientras los poetas trataban, de manera irregular, de
crear sus propias poéticas con formas preexistentes, y una manera
predeterminada de contar, tú ya estabas de vuelta pregonando que la poesía no
vale ni mierda.
No sé cómo la mezquindad
literaria ha podido encumbrar “públicamente” a otros vates de tu época, como el
aburrido de Marco Martos, (entiendo es por poder, por fines políticos
extraliterarios), habiendo otra gente más lúcida y sobretodo con algo poderoso
o sobrecogedor qué decir, típicos son los casos de Juan Ojeda y Luis Hernández
(este último sé que no te gusta mucho), sin embargo la poesía está ahí escrita.
Qui potest capere capiat!
Luego de “los rostros” viene esa
zaga del desencanto que luce muy bien en
sus títulos: “Hórridas mañanas”, “Final de vida”, “Cuaderno de las
desilusiones”, “Desde una aparente serenidad”, en los cuales has definido tu
estilo poético y lo has llevado hasta el agotamiento con el que has anunciado
no volver a escribir nunca más.
Con respecto al estilo, y es lo
que quería mostrarte, eran algunas peculiaridades que usas en esta última
poesía que bien pueden ser recursos literarios tuyos usados deliberadamente o
es tu genética de poeta que te obligan inconcientemente a hacerlo. Me refiero a
lo siguiente:
1.- el uso de diminutivos para dar énfasis despectivo a tus
expresiones.-
“una muñequita de aserrín en los
burdeles”
“Una basurita sarnosa por los
muelles”
“como alpaquitas tiernas en las
cuevas”
“como llamitas clandestinas en
las punas”
“Con las avispitas arrechas de
sus valses”
“los trapitos de la abuela”
“El curita pendejo de los
barrios”
“la musiquita cabrona de los
cerros”
“contar maripositas a los nietos”
(Libro de los Entuertos)
“en el huequito mismo de la
usura”
“en sus catrecitos oxidados en el
alba”
“en su figurita de huecos
redondos y perversos”
(Gritos)
“Esas basuritas inconcebibles de
las aguas”
“nos llena de fritanguitas y
hábitos morados”
“estampitas y monedas y
direcciones invisibles”
“hojitas sin rumbo señalando la
soledad de los tragos”
“tirando piedrecitas a los ríos”
“Hembritas más fáciles… del
barrio”
(Los rostros ebrios de la noche)
Entiendo que con este recurso
quieres imitar el lenguaje de los barrios, de las esquinas, lenguaje que por
cierto te viene bien y que encaja perfectamente en el discurso de “Los rostros
ebrios de la noche”. Por no mencionar a las alcahuetonas, las chuchumeconas,
las ricotonas, las fauleaditas, los alharaquientos, las descachalandradas, las
bobaliconas, los sueños vanagloriosos de caca, etc.
2.- versos con similar ritmo y estructura
“Rostro desfigurado de las ratas”
“Anhelo inconcebible de los
llantos”
“Cardos atolondrados de las
aguas”
“Límites predilectos de la luna”
“Ramas inocultables de la
higuera”
“Pasado vanidoso de los saurios”
“El corazón desvanecido del
espectro”
“Crepúsculos imperdonables de los
vientos”
“Desconfianza ensangrentada de
los llantos”
“Las algas quemadas de los
cerros”
“El lenguaje aterciopelado de los
ríos”
“La odiosa mentira de los muros”
“Suburbios inalcanzables de los
muros”
Etc.
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