martes, 20 de enero de 2015

APUNTES SOBRE LA POESÍA DE JUAN CRISTOBAL (JAMES QUIROS)

El primer acercamiento que tuve a tu poesía fue a través del Tomo II de la Antología de Poesía Peruana realizada por Alberto Escobar, sin embargo no fue ese el momento concreto  en el que me identifiqué con su contenido, sino más bien después. Aún en esos versos no se afinaba el estilo que te conozco y celebro, sino más bien utilizabas otros recursos, como una fina voz lírica, rítmica y poderosa en imágenes, un lenguaje metafórico y sobriamente enjoyado de clara influencia española, no muy distante de estilos que utilizaban otros poetas de aquella época como César Calvo. Sin embargo había algunas peculiaridades que asomaban como el célebre verso dedicado a Jorge Teillier: “Cuando bebíamos las cervezas eran azules”, (que también lo vi en un artículo en el diario El Peruano hace años con una foto tuya en un jardín frente a varias cervezas no identificadas y la portada de una Antología tuya que parafraseaba a ese verso) o aquel verso “el verano es siempre cruel para los barcos”, que indicaban que podía haber “algo más” detrás de esa poesía “clásica” de formas y estructuras.
Te estoy repasando anécdotas que acontecieron hace más de quince años, y las lecturas que pude haber tenido no deben haber sido serias hasta ese momento, sin embargo esa foto tuya en aquel artículo del Peruano, con las cervezas y el bosque, creo que fueron el pretexto perfecto para buscar tu trabajo con mayor interés.
Es, sin duda, con “Los rostros ebrios de la noche” que la poesía se hace atronadora, incendiaria. Poemas como “Martín Adán en el asilo” o “Grafitis a Bob Marley” son emblemáticos y de colección. Entre tus primeros textos (que no conozco demasiado, salvo El Osario y lo que brindan las antologías) y lo que viene desde “los rostros” hay una tremenda diferencia de espíritu, de lenguaje que son avasallantes. Creo que es un poemario que no pinta bien para el “sistema literario” por estas dos características: lenguaje y espíritu. El lenguaje es deliberadamente ramplón, pero cuidadosamente elaborado en las formas. Y el espíritu es anarquista, comunista, humanista, bizarro, inconforme, escéptico, es como una patada en el culo de los poetas de aquellos días, es como que antes de escribirlo te hubieras quedado sin palabras o como que éstas no te hubieran ofrecido más destino que la monotonía y el desencanto. Es decir, que en lugar de jugar ingenua y arbitrariamente con las palabras encuentras una manera de darles un sentido y una dirección, un alma, una ideología literaria, política, auténtica que plasmas con irreverencia, humor negro, ironía, sinceridad y eficacia. Por aquella época fue que leí en algún lugar eso de que “el muerto mea” y me pareció genial. O sea, mientras los poetas trataban, de manera irregular, de crear sus propias poéticas con formas preexistentes, y una manera predeterminada de contar, tú ya estabas de vuelta pregonando que la poesía no vale ni mierda.
No sé cómo la mezquindad literaria ha podido encumbrar “públicamente” a otros vates de tu época, como el aburrido de Marco Martos, (entiendo es por poder, por fines políticos extraliterarios), habiendo otra gente más lúcida y sobretodo con algo poderoso o sobrecogedor qué decir, típicos son los casos de Juan Ojeda y Luis Hernández (este último sé que no te gusta mucho), sin embargo la poesía está ahí escrita. Qui potest capere capiat!
Luego de “los rostros” viene esa zaga del desencanto que luce  muy bien en sus títulos: “Hórridas mañanas”, “Final de vida”, “Cuaderno de las desilusiones”, “Desde una aparente serenidad”, en los cuales has definido tu estilo poético y lo has llevado hasta el agotamiento con el que has anunciado no volver a escribir nunca más.
Con respecto al estilo, y es lo que quería mostrarte, eran algunas peculiaridades que usas en esta última poesía que bien pueden ser recursos literarios tuyos usados deliberadamente o es tu genética de poeta que te obligan inconcientemente a hacerlo. Me refiero a lo siguiente:
1.- el uso de diminutivos para dar énfasis despectivo a tus expresiones.-
“una muñequita de aserrín en los burdeles”
“Una basurita sarnosa por los muelles”
“como alpaquitas tiernas en las cuevas”
“como llamitas clandestinas en las punas”
“Con las avispitas arrechas de sus valses”
“los trapitos de la abuela”
“El curita pendejo de los barrios”
“la musiquita cabrona de los cerros”
“contar maripositas a los nietos”
(Libro de los Entuertos)

“en el huequito mismo de la usura”
“en sus catrecitos oxidados en el alba”
“en su figurita de huecos redondos y perversos”
(Gritos)

“Esas basuritas inconcebibles de las aguas”
“nos llena de fritanguitas y hábitos morados”
“estampitas y monedas y direcciones invisibles”
“hojitas sin rumbo señalando la soledad de los tragos”
“tirando piedrecitas a los ríos”
“Hembritas más fáciles… del barrio”
(Los rostros ebrios de la noche)

Entiendo que con este recurso quieres imitar el lenguaje de los barrios, de las esquinas, lenguaje que por cierto te viene bien y que encaja perfectamente en el discurso de “Los rostros ebrios de la noche”. Por no mencionar a las alcahuetonas, las chuchumeconas, las ricotonas, las fauleaditas, los alharaquientos, las descachalandradas, las bobaliconas, los sueños vanagloriosos de caca, etc.

2.- versos con similar ritmo y estructura
“Rostro desfigurado de las ratas”
“Anhelo inconcebible de los llantos”
“Cardos atolondrados de las aguas”
“Límites predilectos de la luna”
“Ramas inocultables de la higuera”
“Pasado vanidoso de los saurios”
“El corazón desvanecido del espectro”
“Crepúsculos imperdonables de los vientos”
“Desconfianza ensangrentada de los llantos”
“Las algas quemadas de los cerros”
“El lenguaje aterciopelado de los ríos”
“La odiosa mentira de los muros”
“Suburbios inalcanzables de los muros”

Etc. 

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