lunes, 25 de enero de 2016

Fwd: ESTAMPAS VENEZOLANAS II


---------- Mensaje reenviado ----------
De: Ricardo Melgar Bao <trmelgarbao@gmail.com>
Fecha: 24 de enero de 2016, 21:15
Asunto: ESTAMPAS VENEZOLANAS II
Para:


Estampas venezolanas

LA ECONOMÍA II

VÍCTOR OROZCO

 

Otro hecho fundamental y que asombra a cualquier extranjero: la gasolina tiene en Venezuela un precio simbólico, es decir, es regalada por el Estado a los consumidores. Con la depreciación de la moneda local por la elevada tasa de inflación, su precio se redujo casi a cero. Le dijimos a Jaime, el taxista que contratamos: "Necesitamos ver, ponle gasolina al carro". Cargó 20 litros por 1.90 bolívares. Al tipo de cambio oficial equivalen a 17 centavos y al del mercado negro a  5 centavos mexicanos. Vale otra comparación ilustrativa: el salario mínimo en Venezuela es de 16500 bolívares por mes, con los cuales pueden adquirirse unos 173 mil litros de gasolina de 95 octanos. Por eso, es común que la propina al despachador sea mayor al precio pagado.

También en los precios de los pasajes aéreos se refleja el costo de los combustibles. Un vuelo redondo de Caracas a Maracaibo, con duración de una hora, cuesta 16,000 bolívares, al tipo de cambio oficial unos 1400 pesos mexicanos y con el paralelo apenas 400. Compárese con las tarifas aéreas en México sobre todo las de Aereoméxico y se advertirá la enorme diferencia.

Es cierto, la empresa estatal Petróleos de Venezuela posee el 20% de las reservas mundiales de petróleo y junto con sus numerosas filiales en el extranjero es una de las que tiene mayor capacidad de refinación en el planeta, pero ¿Puede soportar indefinidamente subsidiar el consumo con al menos una decena de miles de millones de dólares por año, según cálculos generales?. Por otra parte, la empresa hoy soporta la contradictoria situación de ser también importadora creciente de gasolinas y sus derivados, que paga a los precios del mercado internacional.

El debate sobre el precio de la gasolina en Venezuela es de los que ocupa la primera línea en la agenda nacional. Desde 2007 Hugo Chávez advirtió la necesidad de aumentarlo, sin embargo nunca se atrevió a tocarlo. En 1989, "El Caracazo", la sangrienta revuelta popular en contra de las drásticas medidas de reajuste ordenadas al gobierno de Carlos Andrés Pérez por el Fondo Monetario Internacional, tuvo como detonante el aumento en el precio de la gasolina. En los días actuales, entre las medidas de emergencia que se propone llevar a cabo el gobierno de Nicolás Maduro está la revisión del precio de las gasolinas. ¿Podrá hacerlo?. Un guardia de seguridad, nos comentaba: "Hay tres cosas que a los venezolanos no nos pueden tocar: la harinapan (la masa de maíz para hacer las arepas), las carreras de caballos y el precio de la gasolina".

La cuestión es ¿A quién se beneficia con el cuantioso subsidio a los combustibles?. Podría decirse que a toda la población en principio. Por ejemplo, el precio del transporte público en Caracas es también casi gratuito, tanto en autobuses como en el metro. Sin embargo, algunas cifras señalan, que al igual a lo que ocurre en México o en casi todos los países, el 80% o más del consumo de gasolina se hace en autos particulares, cuyos propietarios como es de suponerse, pertenecen a las clases medias o altas de la sociedad.

Es común escuchar en Caracas los relatos sobre el contrabando de gasolina hacia Colombia o Brasil. En la frontera se lleva a cabo desde las grandes cantidades en carros-tanque, obviamente gracias a la corrupción en las aduanas, hasta los traslados hormiga, en pequeños depósitos cargados en las cajuelas de los automóviles o colgando en ambos lados de una bicicleta. Éste es otro de los caños por donde se le escapa a PVSA un chorro de recursos monetarios, como ocurre en México con las "ordeñas" en los oleoductos, ejecutadas por delincuentes en complicidad con las autoridades.

El tema está relacionado íntimamente con la condición de la economía venezolana como exportadora de petróleo y de nada o una pocas cosas más. Han podido regalar el combustible a sus consumidores internos por la abundancia de divisas que generaba su venta en el exterior. ¿Es algo que se ignoraba? Obviamente no. Desde hace más de cincuenta años sesudos economistas y analistas venezolanos han estudiado el problema y han propuesto salidas. Sin embargo, previstas y plausibles en la teoría, nunca han podido ponerse en acto, ni por los gobiernos oligárquicos anteriores a 1999, ni por el llamado socialismo del siglo XXI.  Unos meses antes de su fallecimiento Hugo Chávez volvía sobre el asunto y reconocía: "No podemos depender sólo del ingreso petrolero, esa es una de las grandes vulnerabilidades que nosotros tenemos, el modelo rentístico petrolero, tenemos que quitarnos eso de la cabeza". Esta subordinación a la venta del otrora llamado oro negro, significa el 97% de las divisas que ingresan a Venezuela. Su estrepitosa caída ha dificultado los pagos por los insumos y productos provenientes del extranjero, como la leche comprada en Uruguay, cuyos productores se niegan a seguir entregando el producto a las empresas venezolanas hasta que éstas cubran adeudos previos. Es la tragedia de un país que renunció a la soberanía alimentaria, no obstante la retórica patriótica de éste y de los anteriores gobiernos o de las proclamadas buenas intenciones.

Cosas difícilmente explicables: a pesar de las estrecheces económicas que hoy aquejan a los venezolanos, no advertí a la legión de pordioseros que piden en los cruceros de las ciudades mexicanas. Tampoco parece proliferar el oficio de franeleros o limpiavidrios, vendedores de dulces y demás, que tienen como clientes habituales a los automovilistas mexicanos.

Nos sorprendimos  cuando un anciano limosnero le espetó a Jaime, el chofer del taxi- "¿Y esto para que me sirve? No puedo comprar nada", refiriéndose al billete de diez bolívares que aquel le entregó. El hombre, de seguro no lo sabía, pero su billete nada valía, porque la inflación, según fuentes diversas ronda el 200% en el último año.

Como sucede en cualquier país que experimenta un deterioro acusado en el valor de la moneda, quienes sufren las consecuencias son aquellos sectores de la población lejanos a las pocas fuentes de divisas extranjeras. Y éstos son, por descontado, los mayoritarios. En cambio, quienes pueden conectarse con turistas, beneficiarios de remesas enviadas por parientes, comerciantes o negociantes diversos que conservan relaciones con el exterior, gozan de una situación privilegiada. De hecho, pueden darse una vida de lujo con unos cuantos dólares. Nadie que puede aprovechar alguna forma para hacerse de divisas deja ir la oportunidad. Amables meseros en los restaurantes o choferes de taxis por ejemplo, se convierten en audaces y diestros cambistas.

 


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VÍCTOR OROZCO



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Dr.Ricardo Melgar Bao
trmelgarbao@gmail.com
Área de Antropología Social
Delegación Morelos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
Matamoros 14, Colonia Acapatzingo, Cuernavaca, Morelos, México.62440.
Teléfax (0052 777) 312 31 08

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