miércoles, 10 de agosto de 2016

JUAN CRISTOBAL : hermano

MUERTE DE MI HERMANO. La muerte que más me afectó, en todo orden de cosas, fue la de mi hermano Dagoberto. Murió un 21 de octubre de 1974, de un infarto al corazón. Los últimos diez años de su vida (y la mía) nos habíamos llevado maravillosamente bien. Era un ser angelical, con un carisma extraordinario. Tenía un gran sentido del humor y era un ser muy inteligente y culto. Pero cuando debía ser duro también lo era. El, en realidad, cumplió la labor de padre abnegado y entregado conmigo. El día anterior a su fallecimiento había sido mi cumpleaños. Me llamó el 21 a eso de las 12m para almorzar a las 6pm, nos debíamos encontrar en su estudio de abogado. Como no tenía teléfono una vecina me pasó la voz. Quedé en ir.
A la media hora me volvió a llamar la vecina: "lo llaman nuevamente". Contesté: era la voz de un hombre: "¿Es ud. el hermano del dr. Dagoberto Ojeda?" "Sí", contesté, con cierto temor. "Venga inmediatamente al jr. Azángaro, número tal, es una escribanía del señor tal. Su hermano acaba de morir". No lo podía creer. Fui de inmediato y al entrar al edificio lo encontré en un ataúd.
Estuve casi más de 15 años traumatizado, lleno de temores y dudas, miedos y pesadillas. Yo me había casado el año 1970. Mi esposa sufrió todos estos avatares de mi desequilibrio emocional. Lo que más puedo recordar y fijar ahora es que, de manera inconsciente, me había fijado una meta: que nadie me quisiera, ni siquiera los hijos que teníamos con Carmen: Claudio (hijo de mi mujer con Máximo Velando, que tenía 6 años cuando llegó a nuestro hogar), ni Irene, nuestra hija, que tenía 3 años. No deseaba que nadie me quisiera, porque no quería, me decía, para que nadie sufra si es que muero. El sentido de la muerte quedó muy fijada en mi, muy fijada no sólo en mi conducta, sino también en mis adentros.
juan cristóbal: teléfono 461-2550. celular: 989-852-137
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la esperanza nos espera al pie de un abismo (benedetti)
y cuando soy feliz, veo bailar alondras en el viento.

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