viernes, 9 de diciembre de 2016

MARCO MARTOS : CONFERENCIA 061216

Señores representantes de Petro Perú , señores representantes del Ministerio de Cultura
Distinguida concurrencia:
En esta Bienal del Premio Copé nos reunimos por quinta vez para asistir a la ceremonia de distinción del ganador del Premio Ensayo que en este año ha recaído en el escritor Diego Trelles Paz , nacido en 1977, de rigurosa formación universitaria, y muy destacados logros en el campo de la ficción. El libro con el que se presentó al concurso se titula Detectives perdidos en la ciudad oscura que lleva como subtítulo o llamada, una explicación: Novela policial alternativa en Latinoamérica. De Borges a Bolaño. Se trata de un trabajo que no esconde su origen académico, pero que tiene la ligereza y la gracia que ya tenía Miguel de Montaigne, el reconocido creador del género; merced también al ejercicio de la pluma, la agilidad que Trelles ha ganado a través de sus propias obras de creación. Se trata, pues, de un ensayo que se lee con fruición en el que lector adquiere o refresca conocimientos sobre el género policial en literatura, tanto sus orígenes en lengua inglesa, como de su particular desarrollo en América Latina, en especial en el orbe de origen hispanoamericano.
La novela policial tiene como asunto de fondo la resolución de un misterio de tipo criminal, el protagonista frecuentemente es un policía o detective que mediante la observación y el análisis deductivo consigue averiguar quién es el autor, dónde se produjo el asesinato y por qué razones. Tal como lo conocemos en sus esencias, aunque hay numerosos antecedentes en el pasado remoto, se considera que es Edgard Allan Poe el creador del género cuando inventó al detective Augusto Dupin en su relato Los crímenes de la calle Morgue. Este Dupin sirvió de modelo a Arthur Conan Doyle para la creación de Sherlock Holmes, el protagonista arquetípico de las novelas policiales en especial las inglesas que tienen en Agatha Christie a una exponente muy conocida. Al volver a los Estados Unidos, ya entrado el siglo XX, la novela policial se transforma en novela negra en las manos de Dashiel Hammett y de Raymond Chandler y adquiere sus propias peculiaridades, así como en Ross MacDonald. Si la novela clásica policial tiene un detective que infaltablemente da con los criminales, los protagonistas de estos escritores, no son ganadores en un sentido estricto, siguen conservando una férrea moral, y muchas veces se enfrentan sutilmente a la propia institución que les da cobijo, corroída por la corrupción. Y este es el lazo que vincula a la novela policial de los Estados Unidos con aquella que se escribe en América del Sur en especial en el Brasil que cuenta con la mano maestra de Rubem Fonseca, nunca suficientemente alabado, por la tersura de su prosa, el manejo de las peripecias, la voluntad de resolución de lo intrincado de las redes criminales. Es en este punto donde empieza el excelente ensayo de Diego Trelles.
Nuestro autor laureado considera a la novela policial alternativa hispanoamericana como un modelo en formación dentro de la rama de la literatura detectivesca que nace de la necesidad de conciliar la incompatibilidad manifiesta entre la ideología, el imaginario y los mecanismos narrativos presentes en la novela policíaca, primordialmente anglosajona y la compleja realidad de los países de origen latino y americano cuyo historial de violencia propicia la existencia de un lector escéptico que poco o nada sabe de la existencia de detectives prodigiosos pero conoce de sobra las prácticas represivas de las fuerzas del orden su país. Sostiene Trelles que esta novela se extiende a países como España o Brasil. No es un género nuevo, sino que replantea el original, cambiándolo. Hace algún tiempo Rodolfo Hinostroza publicó un libro que tituló “Cuentos de extremo occidente” que de manera clara ejemplifica lo que ocurre en muchos países de América en el terreno cultural. Pertenecemos sin duda a la órbita occidental, pero estamos en las periferias. Borges, exagerando sin duda y mucho, imaginó, como lo dibujó Emil Cioran, a un individuo que no tiene tradición propia y que por eso es capaz de apoderarse de todas, como un viajero inmóvil que recibe la cultura del mundo y la transforma. Roberto Fernández toma el personaje de Shakespeare, Calibán, para ejemplificar al hombre americano después de la conquista española o portuguesa. Alguien a quien le imponen una cultura, una lengua y las hace propias y la transformas. Y lo que ocurre con la cultura, pasa también en los géneros literarios en general y en la literatura policial en particular. Pero esa lengua, esa cultura, esa literatura es porosa a su realidad.
Haciendo gala de conocimientos literarios, la prosa de Trelles repasa las ficciones de Jorge Luis Borges de tema policial, la novela Los albañiles del mexicano Vicente Leñero o Las muertas de Jorge Ibargüengoitea. Y pondera a la figura del argentino Ricardo Piglia. Finalmente se centra en la novela Los detectives salvajes, la obra de ficción más característica de Roberto Bolaño. Obra de registro amplio, de estructura abierta y elástica, con numerosos personajes que recorren ocho países, obra desmesurada, que Juan Villoro la imagina como un estadio donde la gente entra y sale sin tregua, una marea de historias, como las mil y una noches. Escritores protagonistas que quisieran ser detectives, o detectives que quieren escribir historias, ser famosos, y se encuentran, en México finalmente, donde la historia literaria está dominada por una sola figura, Octavio Paz, justamente alabado como un gran escritor, pero que ejerce un férreo control sobre la producción literaria, es, (y eso no está en la novela de Bolaño ni en la escritura de Trelles) un “cadenero”, el gran gendarme literario que decide por sí y ante sí quien entra al paraíso de la literatura, quién es consagrado o no, quién entra a la danza en las discotecas de la literatura. Los detectives salvajes son dos poetas marginales, el mexicano Ulises Lima y el chileno Arturo Belano y son antagonistas, adversarios, enemigos de Octavio Paz. Son llamados los real visceralistas y nadie les da nada, ni becas, ni espacios en revistas, ni invitaciones para asistir a presentaciones de libros. Parecen dos fantasmas que investigan el movimiento estridentista mexicano de los años veinte, que dirigió el poeta mexicano Manuel Maples Arce. Los dos poetas marginales venden droga y sueñan con publicar sus poemas. Hay una imagen que está al comienzo de la novela que Trelles rescata como símbolo de esta escritura: los actuales reales visceralistas caminaban hacia atrás, de espaldas, mirando un punto, pero alejándose de él, en línea recta hacia lo desconocido. Belano y Lima, dice Trelles, son detectives salvajes porque a través de lo narrado por los otros vemos cómo la escala de sus actos alcanza un nivel de inusual violencia. Fascinados por la literatura, suelen ser honestos, pero tienen costumbres lumpenescas, roban libros, venden droga como queda dicho, planean secuestrar a Octavio Paz y finalmente asesinan a un policía y a un proxeneta, antes de huir a Europa. En las conclusiones, luego de una abundante exposición, Trelles elogia a Bolaño considerando como otros que irrumpe en la literatura chilena, produciendo textos notables que se mueven entre la narrativa y la poesía. Ha incorporado a su narrativa mecanismos propios de la literatura policial en los que se involucra al lector de manera activa. La novela policial alternativa se consolida así como un modelo de ruptura y apertura, de explosión y de diálogo, de cisma y de reconstrucción.
Premiando a Diego Trelles, un escritor en pleno ascenso literario, el jurado del Premio Copé de Ensayo, cree a través de lo que digo, que ha cumplido con la misión encomendada tras leer otros 58 trabajos, muchos de gran calidad. La labor de pensar y escribir en el Perú está en pleno auge.
De manera excepcional, el Jurado de Ensayo ha decido distinguir con una mención honrosa al libro Emancipadas de Mariana Libertad Suárez que trata de los feminismos e identidades de la reconstrucción hispanoamericanista de la Independencia a través de las figuras de Olga Briceño, Amalia Puga de Losada y Graciela Sotomayor de Concha. Su autora, venezolana radicada en el Perú, doctora en filología, es profesora universitaria y ha merecido antes, en 2008, el Premio Casa de las Américas en el género ensayo. Este enjundioso trabajo, no solo hace en recorrido iniciático sobre la obra de estas intelectuales sino que contrasta aquello que ellas escribieron con la recepción que la actitud de las mujeres emancipadas, ellas u otras, tuvieron en el mundo de los varones como Felipe Sassone o Carlos Vaz Ferreira, quienes, para decirlo con moderación, actuaron con perplejidad frente al espíritu de independencia femenino. Sassone, peruano de nacimiento, fue un autor teatral de éxito momentáneo en España y Vaz Ferreira, un pensador uruguayo respetado, pero bastante superficial cuando trata el tema del feminismo. Sin duda los tiempos han cambiado, están cambiando de manera acelerada y ahora las mujeres recuperan cada día más aquellos derechos conculcados por la sociedad patriarcal.
El Jurado de Ensayo del Premio Copé de Ensayo 2016, felicita a Diego Trelles, a Mariana Libertad Suárez, a Petro Perú, al Ministerio de Cultura, a todos los concursantes y agradece a quienes como ustedes, con su presencia dan realce a esta ceremonia.
Lima, seis de diciembre de 2016.
Marco Martos Carrera.

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