miércoles, 30 de julio de 2014

Fwd: 26 de julio. Nace César Calvo. Como un cuchillo por el rostro.



---------- Mensaje reenviado ----------
De: <dsanchezlihon@aol.com>
Fecha: 25 de julio de 2014, 14:15
Asunto: 26 de julio. Nace César Calvo. Como un cuchillo por el rostro.
Para:


  
 
 
 
 
 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
 
JULIO, MES DEL MAESTRO;
DEL SANTUARIO HISTÓRICO
DE MACHU PICCHU; BATALLA
DE HUAMACHUCO, LEONCIO
PRADO; Y FIESTAS PATRIAS
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 
*****
 
26 DE JULIO
 
 
NACE
CÉSAR
CALVO
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
COMO
UN CUCHILLO
POR EL ROSTRO
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. Un poema
de adiós
 
Son muchos los poemas de amor intenso y apasionado que César Calvo escribiera, pero entre ellos hay uno que se incluye en su libro Pedestal para nadie, fechado en el año 1971 y que lleva en su título, "Para Elsa, poco antes de partir", que tiene esa marca de oquedad, de abismo y desgarro que hace que un poema sea perdure.
Es de aquellos que se escriben al borde de un despeñadero, al filo de un puñal que se blande, en la orilla más cruel del desamparo o mientras caemos del acantilado al mar buscando el olvido en la caída misma.
Donde el decurso ya no se da como una prolongación de algo, tampoco como una cuerda que se tiempla y al final se rompe, sino que es simplemente caída. O es como un cuchillo que cercena y divide lo más querido. O que marca la mejilla o la frente con una huella ya indeleble.
Y para que no quepa dudas que consigna el poema el nombre común y corriente de una mujer: ¡Elsa!, y se estampa muy claramente que es un poema de adiós y despedida.
 
2. Esa leve
mariposa
 
Y puede ser que ella haya existido. O puede ser que solo sea el presentimiento de su aliento en la puerta. O solo su queja en los resquicios que deja un muro. O apenas el sonido de sus pasos en la escalera. O el roce de su falda en el pavimento. O su sollozo o quejido en la esquina solitaria del cuarto a oscuras.
Ocurre algunas veces que esa mujer es la muerte misma, misteriosa, sensual y provocativa. O que es la vida, que también es hembra a veces candorosa, íntima, recatada; y otras veces obscena, impúdica y desalmada.
Lo que sí sabemos es que este poema es de aquellos que se escriben en el borde más tajante del destino, en el estallido y la ruptura del tiempo. Y a un paso del suicidio donde él solía pararse desgreñado, iluso y enamorado. En la inmolación misma en la cual César Calvo convirtió su vida a cada instante y a cada paso.
También puede estar dedicado a aquella señorita de alas negras, puntual e infatigable; a esa leve mariposa de las horas secretas, plácidas y entrañables, ¡cuya intuición y premonición las tenemos clavadas en los nervios y en nuestras raíces de hombres!
 
3. Un trapecio
vacío
 
El poema empieza con una imagen ingenua pero a su vez apocalíptica, que refiere del pavor, la angustia y la soledad que se cierne abajo, cuando dice:
Porque vivo hace siglos en el aire
como
un
trapecio
vacío
yendo    y    viniendo
de lo que he sido                  a lo que no seré
 
Y simula en los versos un trapecio vacío, que es lo mismo a decir: una huida y un regreso, un elevarse y un caer, un mecerse y un hundirse.
No es una raíz sujetada a la tierra. No es una piedra quieta y estupefacta. Es un pedrusco que se balancea y en su momento cae. Es un nómada en el desierto. Es un rayo que se pierde en el horizonte. O un relámpago que se anonada:
Porque cruzo los días como un puñal la cara del que huye,
como lápiz sin dueño sobre el papel en blanco
 
4. En
silencio
 
Porque escribo estas líneas no solamente con mi vida
sino con el jadeo de todos los fantasmas
que me amaron,
de todos los fantasmas que murieron y renacieron
con el rostro vuelto a una feroz desolación,
culpándome
Porque con culpa escribo, con el lento rumor
de tus ropas
cayendo en la penumbra de Ginebra, cuando aún
era tiempo
y los relojes ignoraban el peligro, sus agujas
como el abrazo de un náufrago en la dichosa
profundidad,
mi boca persiguiendo tu vientre en el silencio que
precede a los incendios
y las almohadas húmedas y los ojos que ya no veré
nunca
girando en los espejos y en la noche infinita:
ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
 
5. El vino
fúnebre
 
¡Ah!, cuando el alma yace trémula o cae en vértigo. Cuando es voz que suplica y que mendiga.
Unas veces confidente y otras veces en bramido. Herida el alma, como un oleaje que se va, que viene y se pierde. Y va hablando y hablando.
Cuando es un corazón que palpita inocente y vulnerable, arrodillándose ante el ser que adora, y que ya no está aquí. Y a quien, pese a ello, se suplica inútilmente:
ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
En todo cuerpo que mis manos conduzcan
a la hoguera,
en todo cuerpo que mis manos alejen de la orilla,
tú seas el reverso de esa inútil victoria,
la única copa que no desdeñe después del vino
fúnebre
Porque así es todo, y porque así es nada. Y, ¿cuál es el reverso de toda inútil victoria? Y, ¿cuál es la única copa que no hemos de desdeñar después del vino fúnebre?
 
6. Esa hermana
compasiva
 
Acaso, ¿no es todo amor, por mínimo que sea, síntesis de todos los amores? Y, no es necesariamente que sea el primer amor, o el amor más intenso, la suma de todos. El más desapercibido es amor intenso, sublime y total que nos marca a fuego lento.
Es el amor el que siempre nos asalta y siempre nos olvida moribundo en el campo de batalla. Arrodillados ante el ser que se adora, por el cual se lucha y por el cual se sucumbe y entrega la vida.
Y que ya no está aquí, eso se quiere decir, que se fue dejándonos heridos.
Entonces, ahora, ¿a quién invocar? ¿Cuál es la última apuesta en este juego de la vida y de la muerte? ¿Cuál es la última verdad y la última espada, más allá de todo?
¿Ante quién rogar y, por último, ante quién exhalar el último aliento?
Nada puede aprisionar el viento sino la libertad
Nada sino la libertad podría rodearnos ahora
 
7. Yo no sé
qué pasó
 
 
y hacerte comprender que estuve solo
porque la intemperie no cabía en aquel cuarto
sórdido
que tú insistes en llamar país, doce millones
de rostros
pegados a los muros de un Orden repudiable
y desleído
Ayúdame a prescindir de esos fantasmas que amo
ayúdame a no golpear y golpear la puerta
como si ella tuviera la culpa
Ayúdame a ser la llave que abra sin cerrar
nunca nada
¡Ayúdame, ayúdame! Es la imploración de quien carga el peso del mundo.
A la vez es el recuento de todo lo vivido que estalla en una despedida, donde está palpitante su preocupación por el destino del mundo, pero no como himno de combate o proclama de lucha, ni siquiera como perspectiva de triunfo ni mucho menos coronación de gloria por celebrar.
 
8. Los días
pasan
 
Está el amor, no como posesión sino en la perspectiva del desposeimiento y la melancolía. Está el dolor vívido y sangrante del adiós, la inmolación; y rayente el amanecer:
Porque yo he recorrido las colinas de Francia
y he visto
en el estruendo verde, en la delicadeza desbocada
de junio
he visto un niño lejano y eternamente dormido bajo
un río de sangre
 
Y he cruzado el Pont Neuf con los ojos vueltos
al turbio origen del destello
.....
 
Los días pasan por tu rostro como una cicatriz
oscura
 
9. La sed
en tu cuello
 
 
Ayúdame a prescindir de esos fantasmas que amo
y que destruyo
y mis dedos te palpan con la voracidad de un ciego
              en la noche
Me había olvidado de la noche
Donde se siente el ritmo, no ya en el sentido inteligible de la frase sino en el golpe de los acentos en las paredes del alma, el terrible trance de la bifurcación de caminos que se mezclan y apartan. Y la separación de las aguas y de las almas que en algún momento se han querido. Y se abrazan. Y se palpan en la noche desolada:
Me había olvidado de algo tan simple y verdadero
como beber un vaso de agua, levantarme en la
              sombra
de los cuartos prestados, dejar correr el tiempo
todavía entre sueños y luego despertarme con la sed
en tu cuello
¿Te acuerdas de la sed en tu cuello? Hasta ahora hay alguien que la padece sin consuelo y sin remedio.
 
10. Yendo
y viniendo
 
Me había olvidado que la vida también está hecha de
todos estos ínfimos, esos heroicos acontecimientos
              que se cumplen a tientas
entre un cuerpo desnudo y otro cuerpo desnudo,
entre el cauce del río y el vaso de la boca
¿En qué abismo nos encontramos para habernos olvidado hasta de algo tan simple y verdadero como es beber un vaso de agua que aplaque la sed infinita de sentirnos eternos por un breve instante?
¿O de estos ínfimos acontecimientos que se cumplen a tientas?
¿En qué encrucijada tiembla? Quizá en aquel punto muerto, en donde a veces caemos, en donde la vida y la muerte ya no importan nada, trepados en el arco y la flecha de lo inútil, o en la ola de la peor amargura.
De pie en el trapecio que se mece. En el vacío de lo que va y viene. Yendo y viniendo. Mientras abajo el agua se hace espuma y brama el torrente:
 
11. El caminante
que no pide nada
 
Me había olvidado de escribir simplemente,
              como quien bebe
o ama, sin que el Olimpo se me suba a la cabeza
Me había olvidado que un poema se prepara
              con minuciosa alegría
como un regalo que ya nadie espera, y se moldea
              con urgencia
y violencia, con irrepetible, con irremediable ternura,
como hacerle el amor a una mujer que va a morir
              mañana
Me había olvidado que te vas a morir mañana
Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
Me había olvidado que me voy a morir mañana
que no pide nada sino un poco de camino
.....
pero que yo no me dé cuenta
que no husmee tu mano
 
12. Abierta
la puerta
 
Que tampoco nunca lo sepa. Que nunca más sepa de ti. Ni tú de mí. Que nunca te busque, ni tú a mí. Que no husmee tu mano.
.....
me había olvidado
el receloso animal que me habita
.....
 
...ayúdame a no olvidarte
y la pesada piedra que me amarra hacia el fondo
sea una pompa de jabón, las alas de un dulcísimo
              castigo
Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
sino un poco de camino, un tronco de sombra junto
              al fuego
Pero que yo no me dé cuenta, que no husmee tu mano
el receloso animal que me habita
el desolado animal que me habita en la noche
              y en el día
deja abierta la puerta para que tú regreses o me vaya
 
13. Que se aviva
y apaga
 
Lo evidente es que comprobamos en toda la poesía de César Calvo, y especialmente en este poema, que la mujer es sobre todo para él una compañía fundamental y protectora en el intento de cruzar el infierno, como sombra amada, añoranza e ideal.
¡No era cierta, entonces, la pose cínica y succionadora de las entrañas de esas naturalezas vírgenes doblegadas a su poder y seducción irreparable!
¡No era cierta, entonces, aquella actitud voraz, carnívora, de dios o demiurgo azotador! En extravío febril, en paroxismo sexual, ¡en grito y gemido de fiera que devora!
¡No eran ciertas sus víctimas! ¡Él era la víctima siempre! El victimario ahora llora y sangra.
¿A quién tender los brazos? ¿Quién vela o espera a estas horas? Qué es aquello que aviva o apaga la vida.
La naturaleza de la poesía casi siempre se aviva o apaga en relación con la mujer, sea amante, madre, hermana, esposa, fantasma o madre tierra
 
14. Cuando
los labios cesan
 
Y así esté frente a frente la muerte, y el hueco se abra entre los pies de ambos, la mujer es sobre todo y será siempre, y para él, la caridad perfecta, mundo piadoso y consuelo en la peor excomunión:
Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
cuando me encuentre lejos de la memoria
que me devuelves
sin proponértelo
como quien llena un vaso de agua simple
y en el gesto de su mano extendida caben todos
los mares
.....
Ayúdame a quedarme cuando yo haya pasado
cuando yo haya pasado sobre el papel en blanco
como un cuchillo por el rostro
de estos días
en donde tú ya eres
la sonrisa que insiste cuando los labios cesan
 
15. Bañado
en sangre
 
El mar se abrirá entonces
y ha de pasar en medio
de las                         olas
ese
niño
indefenso
y en su mano nosotros como el último fósforo
Para Elsa, poco antes de partir, de César Calvo, es su carta de despedida o de suicida. Ya no de navegación, porque ha sucumbido todo y no hay lugar a salvar nada. Ni siquiera hay ruta hacia otro mundo, es apenas la confesión en su última instancia y de su último enigma. Y uno de los poemas más hermosos e intensos de la poesía universal.
En la conferencia que diera en el Instituto Italiano de Cultura de Lima, en julio de 1974, tres años después de la fecha que figura como de la composición de este texto, declaró lo siguiente:
Poco después me ocupó totalmente la certeza de que sólo podía escribir sobre un cuerpo sediento, encimado al relámpago perpetuo… como quien galopa por una playa infinita, desnudo y bañado en sangre, dando gritos de goce y de victoria…
Y, como una marca de fuego y dolor a esta cita, quiero poner otra inscripción que es el reverso de esta medalla. ¿Cuál es? Esta otra. Enunciado o confesión que conmueve profundamente por su significado y por venir de quien viene.  
 
16. Como lo fue
y lo es
 
Y porque corrobora lo que decíamos antes: que la mujer amada pudo ser solo una sombra en el muro, que esa es toda su carnalidad. Y un vacío en el alma. Mucho peor, la imagen de aquello que más ocurre y duele tanto: la felicidad que se esfuma entre las manos. O de la pavorosa soledad del ser. Peor si fueran dos que se sienten solos. Dice él:
He aprendido en esta vida, si he aprendido algo, que nada hay más hermoso, nada más perdurable ni perfecto, que el recuerdo encantado de lo que nunca ocurrió.
Y, a la inversa de lo que podría creerse de un poseso instintivo y lujurioso, más bien es en esta dimensión del arte cuando encontramos en él a un romántico y atormentado esencial. Pues él evoca a la mujer cuando es ausencia, vacío que sangra, soledad y sombra que ha quedado tatuada en la piel muy cerca del corazón. O en nuestras manos que para siempre quedaron vacías. O cuya fragancia inunda para siempre una cama ahora desolada. 
La canta cuando duele el pozo y la ausencia que ella ha dejado. Cuando se sufre y ella está lejos, cuando no responde y la hemos definitivamente perdido. Así es el universo de magnífico y misterioso, que solo se lo puede saber y sentir cuando estamos frente a un poeta verdadero y auténtico como lo fue y lo es para siempre, gracias a Dios, César Calvo.
 
 
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