PREMIOS LITERARIOS
El primer premio que gané en poesía (antes había ganado uno en ensayo, en la Universidad de San Marcos, con un trabajo sobre, si la memoria no me falla, sobre Lope de Vega) fue el Premio Nacional de Poesía, en 1971, con mi libro presentado a mimeógrafo, "El osario de los inocentes". Compartí dicho premio con mi entrañable amigo y prematuramente fallecido, Fernando Vidal, quien también hacía narración y crítica literaria. Cuando gané el premio me enteré de ello mientras estaba en mi casa, en el Rimac, una tarde, que estaba acompañado de Gregorio Martínez, tomando unas cervezas. Cuando el premio fue entregado, un lunes en la noche, en el INC, no asistí, le pedí que mi esposa acompañara a mi madre y que ésta lo recogiera como recompensa a su entrega y ternura, que descubrí en los últimos años de su vida. El premio pecuniario lo entregó el Ministro de Educación, un tal Arruiseño. Después me enteré que el jurado habían sido, entre otros, Paco Bendezú y Jorge Puccinelli.
Una tarde que me habían citado al diario "La Prensa" para hacerme una entrevista a propósito del premio, estaba a la espera, cuando llegó un fax al diario y uno de sus redactores anunció que tres peruanos habían sido galardonados como menciones honrosas en la Casa de las América, en Cuba, ese mismo año. Eramos: Cillóniz, Jorge Pimentel y el que escribe. Imagínense: sorpresa mayor.
Después, en 1973, con otro libro a mimeógrafo, me presenté a los Juegos Florales de San Marcos, con un título olvidado y que ya no recuerdo. Gané el primer puesto. Creo que el segundo puesto fue de José Rosas Ribeyro.
Pero el premio más curioso que obtuve, curioso porque no recordaba que me había presentado, ya que no puse mi dirección en los poemas enviados, fue en El Salvador, concurso que era organizado y avalado por la Radio Venceremos, del Frente Farabundo Para la Liberación Nacional (FMLN). El premio de ese concurso era simbólico pero muy gratificante espiritualmente: los ganadores podían ser leídos a través de sus mejores poemas en las trincheras de combate y ser volanteados por todas las trincheras. El Frente, en ese momento, estaba a punto de tomar el poder. Como no recordaba que me había presentado, fue una inmensa sorpresa recibir de parte de Manuel Robles, el hijo del narrador del mismo nombre, trabajador de Prensa Latina y colaborador de El Diario de Marka, el fax (el 25 de marzo de 1982) donde se mencionaba que yo había obtenido el segundo puesto en tan magno evento. El primer puesto lo obtuvo el cubano José Valdés con su libro "Respuestas para vivir", el segundo puesto (así decía el fax) "el peruano Juan Cristóbal, con su libro "Manifiesto del mañana" y el tercero al escritor guatemalteco Otto Raúl González, por su trabajo "Donde crecen los árboles de fuego". El libro que presenté después cambió de nombre y se llamó "Celebraciones de un cazador", que era un libro dedicado a las figuras revolucionarias más importantes tanto en el plano internacional como nacional. El libro fue presentado en el bar Campari, en 1985, de los hermanos Tamashiro, los presentadores fueron Rosina Válcarcel, Cesáreo "Chacho" Martínez y Maynor Freyre. Estuvieron presentes entre otros amigos, Alejandro Romualdo, Oscar Allaín, el pintor, Maynor Freyre. Habían poemas dedicados a Marx, Lenin, Ho Chi Minh, Trotsky, Fidel, el Che, como a Luis de la Puente Uceda, Guillermo Lobatón, Máximo Velando, Victoria Navarro, asi como a Fernando Lozano, un joven estudiante de La Católica al que mataron los policías porque apoyaba uno de los paros que se realizaba en el país y cuya abuelita, de cerca de 79 años, lucho todos los años que le quedaron de vida para resolver el asesinato de su nieto, también había dedicado a una amiga entrañable, Catalina Arianzén, que era compañera de un alto dirigente senderista de apellido Martínez, que murió en una revuelta carcelaria en "El Sexto". El jurado de ese concurso era de primera: Diana Morán, de Panamá, José Emilio Pacheco, de México y Fayad Jamis, cubano.
Después obtuve el tercer puesto en el Premio Copé 1997, con mi libro "Los rostros ebrios de la noche", (presenté solamente dos "Rostros"), el ganador fue Pablo Guevara y el segundo puesto lo obtuvo Espinoza, a quien no conocía. Mi libro fue importante para mi porque con él tuve un viraje importante en la temática, en el estilo, en el lenguaje de mi poesía (que estaba siendo influenciado por el lenguaje horazeraino, pero que me parecía podía ser profundizado, y ese fue mi intento e intención). Me presenté con el seudónimo "Gaspar Hauser", que es un personaje de la novela del mismo nombre, del novelista francés, Octave Aubry, y que en la novela, el personaje era considerado como "el huérfano de Europa", ya que era un adolescente cuyo misterio, por su origen y muerte, eran desconocidos, tenía un carácter salvaje, criado en una cueva sólo sabía decir una palabra. Todas esas características, de alguna forma un tanto lejanas, estaban siendo parte de mi enfrentamiento con la vida en ese momento, de allí que me entusiasmo tanto la personalidad del personaje y lo asumí como seudónimo para el concurso. El premio si bien me causó alegría por la edición que hacía Petroperú, no lo fue tanto como el Nacional o el de El Salvador, porque su naturaleza y su clima era más académico. El libro que presenté, como digo, estaba compuesto por dos "Rostros": "En los umbrales del delirio" y "Plagio de la soledad". Cuando lo edité por mi cuenta añadí dos "Rostros" más, "El rostro ebrio de la noche" (Rostro 3) y "Miseria de la muerte" (Rostro 4). El jurado de Copé estaba integrado por Hildebrando Pérez Grande, Ricardo Gonzáles Vigil, José Watanabe, Manuel Pantigoso y Pedro Cateriano.
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la esperanza nos espera al pie de un abismo (benedetti)
y cuando soy feliz, veo bailar alondras en el viento.
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